Solo sé que no sé nada.

Atribuimos este dicho a una derivación de la obra del filósofo griego Platón titulada Apología de Sócrates, aunque ha llegado a nuestros días con una acepción diferente al contexto y significado original de su autor, y que a mi entender venía a observar que no se pueden afirmar las cosas con absoluta certeza, incluso en los casos en los que uno cree estar muy seguro de algo.

Aplicado a nuestros días, nos haría comprender que es posible que el tiempo, los avances de la ciencia y de la tecnología,… puedan aportar otros conocimientos y otras verdades o realidades distintas a las que nosotros ahora sostenemos como irrefutables.

Además, aunque podamos no ser conscientes de ello, es fácilmente constatable que ignoramos infinitamente mucho más de lo que conocemos.

El conocimiento o saber es considerado como un proceso evolutivo que nunca es absoluto, sino que se nutre de acontecimientos, investigaciones, adelantos, nuevas pruebas,… en todos los aspectos, y que muchas veces más que aclarar dejan patente más dudas o pormenores sobre los que no teníamos ni idea. Vean por ejemplo lo que conocemos actualmente de geografía, historia, del espacio, del medio ambiente, del cuerpo humano, de las enfermedades; donde aceptamos ahora cosas que en otras épocas negábamos con rotundidad, y mantenemos conjeturas sobre unas u otras cosas sin poder asegurarlas y manteniéndolas en unos pilares que pueden verse derribados posteriormente.

Es decir, las certezas de ayer hoy son desechadas por otras que es posible que queden superadas y denostadas más adelante.

Otra cosa bien distinta es apoyarnos en frases como “Es mejor vivir en la ignorancia que en el conocimiento”, que algunos le atribuyen a Albert Einstein (yo tengo mis dudas de su autoría, o por lo menos de su intencionalidad y contexto utilizado), y que llevado a su práctica propone vivir en un estado de letargo, dejándose arrastrar por la corriente en todo momento, y sin decidir uno nunca sobre su propia existencia y sus intereses.

Aunque puede darse el caso de que tener unos conocimientos y habilidades concretos, y saber adaptarlos a la práctica, suponga un esfuerzo que no todos están dispuestos a realizar, y de lo que otros pueden sacarle provecho en tu propio perjuicio. Aun así, para mí es infinitamente mejor llegar al estado de felicidad relativa que supone tratar de mejorar y prosperar como ser humano, tener motivación por aprender cosas nuevas, expresarme, pensar y decidir por mí mismo, con todo lo que ello conlleva, que la postura de un ser vegetativo. Aunque ello conlleva el riesgo de equivocarse, y pagar el precio de tus propios errores.

Espero no haberos defraudado.

Como siempre, gracias por leerme.

JF Rives.

(Nota: pueden visitar mi blog La Habitación de los recuerdos en www.lahabitaciondelosrecuerdos.com).

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