La ONG Save The Children ha lanzado una impactante campaña para remover conciencias sobre la situación dramática de los menores refugiados y de los que tratan de cruzar la frontera desde Siria y otros lugares hacia Europa.
Con el visionado de su vídeo, bajo el nombre ¿Y si pasara aquí?, consigue acercar el conflicto sirio y sus consecuencias a la ciudadanía occidental. ¿Qué cómo lo hace? Pues mostrando a una niña británica, Lily, que vive en primera persona una (inventada, de momento) guerra en su país y que se ve obligada a vivir atemorizada entre escombros y destrucción, huir de las bombas a otros países y en su tierno rostro se muestra el horror de perder su casa, separarse de su familia, y convertirse en refugiado víctima de ataques racistas y xenófobos.
Aunque la campaña parece centrada en la situación siria sería aplicable a muchos otros países, conflictos y situaciones que actualmente están ocurriendo en el mundo, y que no por ello son menos importantes, ni merecen menos atención.
Vean el vídeo, que les aseguro merece la pena, y piensen al respecto. Por eso de que una imagen vale más que mil palabras, yo les copio el enlace: https://youtu.be/YIeXCtxdEGg.
Como enseguida comprenderán, el vídeo está lleno de imágenes idénticas a las que venimos viendo en informativos desde hace años. Es una realidad para millones de personas en el mundo.
Y no lo olvide: usted o sus hijos (o nietos…) podrían verse en situaciones parecidas o peores.
Yo, por mi parte, les dejo el primer artículo con que inauguré mi Blog de lector en el Diario Información digital-sección Vega Baja hace más de un año, justo el 4 de junio de 2015, titulado Pesadillas en un mundo hipócrita, en el que abordaba a mi modo idéntica cuestión. Lo peor de todo es que, por desgracia y a pesar del tiempo transcurrido, sigue de actualidad la situación que retrata y el mensaje que pretende trasladar. Lo cual es cuanto menos preocupante.
Disculpen que no tenga el día para muchas alegrías. El tema tampoco lo requiere. Y de paso planteense quiénes venden esas armas, quién provoca esas guerras, quienes esquilman y se benefician de los recursos naturales y mantienen a dictadores genocidas de esos países, y quienes están contaminando y destruyendo el planeta solo con su propio afán enriquecedor.
Gracias por leerme.
(Si quieren leer alguno de mis artículos en mi Blog del Diario Información digital sólo tienen que pinchar arriba en mi nombre o en el siguiente enlace: La habitación de los recuerdos).
Pesadillas en un mundo hipócrita
Anoche tuve una pesadilla. En ella, una de mis hijas abandonaba el hogar persiguiendo su sueño hacia una vida mejor. Para ello, su familia la habíamos ayudado a sufragar los gastos de viaje, vendiendo lo poco que teníamos e incluso empeñándonos de por vida.
En su camino, mi hija se tropezaba con otras personas, hombres y mujeres, niños, jóvenes y mayores que anhelaban su mismo sueño. Tras una larga y penosa travesía, ella había llegado hasta la costa donde esperaría a que saliera la próxima patera, el próximo contenedor de mercancías, o a que se organizase el próximo asalto a una valla para pasar al otro lado: a África.
En mi pesadilla, mi hija lo conseguía, aunque otros se quedaban atrás, o morían en el intento de las formas más inimaginables (ahogados en el mar, abandonados por traficantes de personas, tiroteados por policías, utilizados por organizaciones criminales para el tráfico de órganos,…).
Una vez en el continente que nos habían ofrecido como de las oportunidades, la realidad era muy diferente a la imagen que de él teníamos. Mi hija, como otros tantísimos emigrantes, acababa durmiendo a la intemperie, o rechazados y discriminados por ser extranjeros, o viviendo hacinados en suburbios, o trabajando como esclavos en actividades domésticas agrícolas o industriales, o sin asistencia sanitaria, u obligados a prostituirse, a robar, a mendigar…
Me desperté sudado, alterado. Como no podía dormir, estuve repasando mi pesadilla y meditando sobre la situación actual de la emigración forzada en el mundo, de sus devastadoras consecuencias y del drama que viven millones de personas y sus familias en su intento de escapar del hambre y la guerra, y de llegar al “primer mundo”. Se me puso la piel de gallina.
Esa mismas situaciones relacionadas con el drama de la emigración forzada, que son producto a la vez que provoca crisis humanitarias, no son exclusivas del mar Mediterráneo, sino que se repiten diariamente en diferentes zonas del planeta de una forma similar: tren de la muerte que cruza Centroamérica hasta EEUU, cruzar el desierto que separa Méjico y EEUU, situaciones conocidas en Siria y en otras zonas de Oriente y Asia, etc. No tienen más que ver o escuchar las noticias para comprobarlo.
Y yo les pregunto: ¿Acaso quienes emigran forzados no son víctimas? ¿Acaso no tiene solución? ¿Han hecho lo suficiente los países receptores? ¿Y si fueran nuestros hijos? ¿Y si necesitamos de esos países en un futuro?
Saquen sus propias conclusiones.
(Este artículo se publicó en mi blog personal de lector del Diario Información digital el 14/05/2016).