La historia del clavo.

Hablando de la confianza en los demás, el psicólogo Silvan Tpmkins divide a las personas en dos grupos: normativos y humanistas. Identifica a los primeros con aquellos que ocultan sentimientos y emociones, y están siempre alerta (desconfían de todo). Por otra parte, son humanistas los que piensan que las personas son habitualmente honestas y van a resultar casi siempre positivos para su desarrollo, y son empáticos, preocupándose de los problemas ajenos porque creen que es lo correcto y que los demás deberían hacer lo mismo (confían en todo y en todos).

Desde mi punto de vista, cabe también considerar cierta flexibilidad en esa clasificación, y que una misma persona en determinadas situaciones o asuntos tenga un comportamiento normativo, y en cambio en otros ámbitos sea humanista. Por ejemplo, con nuestra familia y amigo solemos comportarnos de un modo diferente que con desconocidos. Además de que con el paso de los años y por las experiencias vividas, los criterios para confiar o no en los demás pueden ir cambiando o evolucionando.

Todo ello me ha traído a la cabeza lo que yo conozco como La historia del clavo, que me contó hace años un buen amigo en uno de nuestros paseos, y que reconozco que la utilizo a modo de ejemplo de vez en cuando.

Lo voy a contar a modo de historia o anécdota para que se entienda mejor: Un hijo le confiesa a su padre una mala acción y este le pide que clave una púa en el marco de madera de una puerta. Después de obedecer, el padre requiere que la retire. Cuando el vástago le muestra el clavo en la palma de la mano, el progenitor le señala al marco de la puerta y le dice: ¿Ves que, aun sacándolo, sigue en el marco el rastro que deja el clavo? ¿Ves que no lo puedes borrar del todo? Pues eso es lo que pasa cuando actúas mal contra ti o contra alguien, que por mucho que lo quieras reparar el daño, ya está hecho, y no puedes pretender que las cosas sean idénticas a cómo eran antes. Sencillamente, no lo son.

Pues eso, que todos cargamos en nuestra vida un cúmulo de experiencias, conocimientos y equivocaciones, y que muchas veces actuamos en función de la huella que alguien o algo nos ha marcado, y muchas veces echando la vista hacia las heridas que hemos ido acumulando en el camino.

Gracias por leerme.

JF Rives

NOTA: Este artículo se publicó en mi blog personal de lector del Diario Información digital el 28/04/2016. Si quieren leer alguno de mis artículos anteriores en este blog sólo tienen que pinchar arriba en mi nombre o en el siguiente enlace: La habitación de los recuerdos.

 

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