Estrategias del miedo.

A estas alturas, muchos de nosotros hemos llegado a la conclusión de que, queramos o no, los MIEDOS nos acompañan constantemente, de una manera u otra, en todas las etapas de nuestra vida.

Con el paso de los años hemos aprendido a convivir con ese miedo en su diferentes formas: miedo a lo desconocido, con el temor a no acertar en las decisiones que vamos tomando en la vida, con las inseguridades sobre si podremos conseguir las metas que nuestras familias o nosotros mismos nos fijamos, miedo a los fracasos de todo tipo, miedo a perder el trabajo, miedo a ser despedido, miedo a enfermar gravemente, miedo a perder nuestra vivienda, miedo a tener un accidente de coche, miedo a perder a un ser querido,…

Pero se habla poco, y nada claro, de la utilización interesada que se hace de nuestros miedos.

¿Qué a qué me refiero?

Les pongo un ejemplo reciente. Hace unos días conocimos que los trabajadores de una importantísima fábrica de vehículos radicada en España han votado mayoritariamente un nuevo convenio colectivo de su regulación laboral con unas condiciones laborales más desventajosas que las que venían disfrutando.

¿No es ilógico que alguien vote algo que abiertamente le es perjudicial?

Sí y no. Sobre todo si tenemos en cuenta que previamente a esa votación hubo una amplia, y puede que interesada y estratégicamente planificada, campaña de comunicación en donde se anunciaba que una parte importante de la producción futura de esta empresa peligraba, ya que la factoría en cuestión estaba en camino de no firmar un macro-contrato con el que fabricaría nuevos modelos de vehículos, lo que haría que inevitablemente se perdieran muchos puestos de trabajo, directos e indirectos, en una comarca en donde muchísimas familias viven, directa e indirectamente, de la actividad de esa megaempresa.

Entonces… ¿Creen ustedes que esos trabajadores han votado con libertad, o sometidos bajo la presión y coacción traumática del miedo? Antes de contestar , por favor, sopesen que esos trabajadores son conscientes que sobre ellos pende la amenaza del paro, el miedo de no poder vivir, de tener que emigrar, de perder sus viviendas, de la posible ruina económica de toda una comarca,… y todo lo que ello conlleva para ellos y sus seres queridos.

A mí, personalmente, me resulta muy difícil de creer que los trabajadores votasen libremente limitar sus derechos laborales, en contra de sus intereses y los de su familia.

Pero, ahora bien, si previamente se orquesta una amplia campaña que siembra el miedo e incertidumbre sobre el futuro del trabajo, con las repercusiones en el futuro de los trabajadores; acrecentando las inseguridades de toda la población sobre el futuro de una comarca; que anuncia la más que previsible posibilidad de que vean truncados sus sueños, sus anhelos, su futuro y el de sus hijos. Esa campaña, bien focalizada, sirve para autoconvencerles a todos de que es mejor perder un poco (sea finalmente poco o mucho) con tal de salvaguardar o asegurarse la otra parte.

Entiendo a esos trabajadores, y creo que a mí me pasaría igual, aunque eso no sirve para justificar la actitud de terrorismo laboral de quienes hubieran orquestado y ejecutado semejante plan-atentado desde unos despachos velando por los intereses de alguna empresa multinacional, grupos de presión (lobbies), fondos buitre de inversión,… y puede que con el visto bueno o la dejación de control de nuestros políticos. ¿Acaso a eso no se le puede llamar manipulación?

Déjenme que les poca un ejemplo más cercano de cómo funcionan estas situaciones de estrés y miedo a nivel psicológico. Imagine que a usted le diagnostican una enfermedad incurable muy grave y letal y le dijeran que debe prepararse para lo peor, una muerte segura y dolorosa. Es posible que la situación a usted, como a la inmensa mayoría de los humanos mortales, le sobrepasara a nivel emocional,…. Pero si pasado unos días, ese u otro especialista médico mejorara su diagnóstico y las consecuencias de su enfermedad, hasta el punto de que le dijeran que solo sería necesario amputarle una extremidad o parte de ella, pero asegurando que ya no correría peligro su vida; casi seguro que respiraríamos aliviados y daríamos por bueno el sacrificio de desprendernos de un miembro no vital con tal de evitar ese mal mayor que es la muerte. Naturalmente, parece algo humano y créanme que, ante semejante situación, yo sería el primero en extender aliviado una mano o un pie y pedir que la cortasen por donde quisieran, siempre como mal menor.

Los que plantean las estrategias del miedo, quienes de verdad manejan el asunto y deciden qué va a pasar con nuestro futuro laboral, o con la sanidad y otros servicios públicos… son los responsables de inocularnos unas dosis de miedo que se expanden y hacen que actuemos irracionalmente, como simples marionetas, a gusto de los intereses de quienes pretenden manejarnos o nos manejan.

Pero aun voy más lejos. Esos miedos e incertidumbres creados, en sus diferentes aspectos y convenientemente aplicados, son capaces de influir en nuestras decisiones y opiniones hasta extremos insospechados: nos hacen ver con buenos ojos que se declaren guerras (Irak, Afganistán,…), influencian el sentido de nuestro voto, nos predisponen a defender la persecución de los demás con el pretexto de que es diferente (religión, origen,…) o incluso la pena de muerte, aceptamos como mal menor que se nos recorten nuestros derechos (por ejemplo, con la libertad de expresión, justificando que es por una mayor seguridad policial), permanecemos impasibles ante la explotación laboral o infantil en los países del sudeste asiático mientras consumimos sus productos, aplaudimos retirar la asistencia sanitaria universal a personas sin recursos, somos insensibles ante el deterioro medioambiental de nuestro planeta,…

Y así hasta el punto de que seamos capaces de aplaudir acciones que en otro momento y ante circunstancias diferentes nos haría sentirnos avergonzados.

Es innegable que el miedo en una dosis ajustada es hasta bueno porque te ayuda a esforzarte por mejorar, estar alerta ante el cambio,…. Pero eso es algo muy diferente a lo que arriba planteo.

Sé que nos les reconfortará saberlo, pero reconozco que yo también tengo mis propios miedos.

Como siempre, gracias por leerme.

Saludos.

JF Rives.

(NOTA: Pueden leer el resto de artículos publicados en el Diario Información en:  http://www.diarioinformacion.com/blogs/la-habitacion-de-los-recuerdos_1/ o pueden visitar mi página web LA HABITACIÓN DE LOS RECUERDOS en: www.lahabitaciondelosrecuerdos.com  y mi página oficial de Facebook con el mismo nombre: https://www.facebook.com/lahabitaciondelosrecuerdos/ ).

 

3 comentarios en “Estrategias del miedo.”

  1. Hola.
    Pues si Joaquín, y además no es nada nuevo. El miedo es algo que siempre ha existido y seguirá existiendo. Es algo que ya usaban reyes, gobiernos o la misma iglesia cuando te amenazaba con ir al infierno si no ibas a misa, te confesabas o por cualquier otra razón. Es algo tan antiguo y normal que incluso el resto de los mortales también lo usamos ya sea de manera inconsciente o a propósito. ¿O quien no le ha dicho nunca a su hijo que se coma la merienda o no irá al parque? (espero que alguien me dé la razón o quedaré como un mal padre); ¿O que se esté quieto o se irá a casa, cuando juegan a tirar piedras con sus amigos o simplemente no te obedece?
    Quizás estas comparaciones sean muy inocentes si las comparamos con la tesitura en la que se encuentra un padre/madre de familia de perder su trabajo si no vota a favor de empeorar sus condiciones laborales, pero son un reflejo a menor escala de que casi todos usamos también la estrategia del miedo en nuestra vida diaria, en lo cotidiano y por desgracia nuestros hijos nos copiarán y seguirán usándola tanto con sus hijos como con los demás, si alguno llega a ser jefe de una empresa o alguien con empleados a su cargo.
    Con respecto a los padres, solo tenemos alivio, o limpiamos nuestra conciencia, pensando que usamos el miedo (chantaje o amenaza, llámalo como quieras) por el bien de nuestros hijos, pero no nos damos cuenta de que heredarán ese comportamiento e involuntariamente o no, lo usarán en otros ámbitos de su vida.
    ¿Cuándo se impondrá el uso de la razón y el diálogo? ¿Llegaremos algún día a eliminar estos modos de comportamiento? Creo que no, o al menos es muy difícil. Vivimos en un mundo en el que la mayoría (espero que todos no) hemos sido educados usando el miedo contra nosotros y además, hay muchas personas que son ejemplos de la sociedad, que triunfan usando el miedo, la amenaza o el chantaje. Evidentemente eso es más fácil y rápido que esforzarse en hablar y razonar, y nuestros hijos e hijos de vecinos los copiarán. Solo podríamos evitarlo cambiando nosotros mismos y vigilando muy de cerca su educación. Pero evidentemente, yo no quiero que mi hijo sea menos que el hijo del vecino (actitud y frase muy nuestra).
    ¿Qué estrategia (razón o miedo) usarán nuestros hijos en el futuro para conseguir o negociar algo? Probablemente, la mayoría de veces usen el miedo. Aunque me alivia pensar que si los educamos para ser personas reflexivas, con un poco de ética y moral, quizá se corrijan y no caigan en los errores y maneras de padres, abuelos, amigos, etc… Ojalá no seamos los únicos. Sería un primer pero gran paso.
    Un saludo a todos.

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