La dictadura de los medios de comunicación

Al hilo de los recientes acontecimientos, he releído “El control de los medios de comunicación” de Noam Chomsky (lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense de origen judío). Aunque tiene su tiempo, está de radiante actualidad. Léanlo, que es corto y no tiene desperdicio.

Y he sacado algunas impresiones que comparto aquí con ustedes.

Asistimos en las últimas décadas al creciente poder de facto que en todo el mundo ejercen los medios de comunicación, públicos y privados: el cuarto poder. Y esta situación puede suponer un serio peligro para la democracia.

Los medios de comunicación públicos, que deberían estar al servicio del interés general, son controlados directa o indirectamente por los representantes públicos y las instituciones publicas dirigentes en cada momento, dándoles un interés particular a su conveniencia.

Y los medios de comunicación privados no dejan de ser empresas, algunas pequeñas y otras pertenecientes grandes grupos empresariales con intereses diversificados. Ambas, las primeras con unos medios más modestos, y las segundas con una infraestructura y una red mucho más amplia capaz de entrar en nuestras casas, buscan el beneficio económico, y han entendido a la perfección que no solo lo conseguirían vendiendo periódicos, ni publicidad en televisión o internet (redes sociales…)… sino que tienen además la facultad de convencer al público, manipularlo, condicionar su opinión para que crea la “información” que se le da, con capacidad de anular su capacidad de pensar o razonar críticamente, o radicalizarlo para que no sepa discernir otros razonamientos ni alternativas que las que se le ofrecen fabricadas, masticadas y endulzadas.

Entiendo que esa intoxicación mediática puede desembocar en un ataque tirano contra la democracia, porque aunque el ciudadano vote en las urnas cuando toca, la capacidad de decisión del votante se puede ver mermada, dirigida o eliminada por el amplio espectro de mensajes directos o subliminales que se les pudiera estar lanzando desde los medios de comunicación con la intención de animar su voto en un sentido o contra otro. Es decir, desde los medios de comunicación se le puede influir al votante a favor o en contra de una opción.

Y, lo peor, es que esos medios de comunicación, sobre todo los gigantes y privados, han alcanzado tales cotas de poder que son capaces de presionar a los gobiernos, sindicatos, partidos políticos, empresas multinacionales… haciendo tambalear la economía, generando la sensación de bienestar social o de malestar… De ahí que muchos políticos hayan pretendido (sino conseguido) acordar con los medios de comunicación “alianzas de mejor trato” como un elemento más para tratar de derribar al adversario incómodo.

Por si alguien no lo recuerda, así comenzaron en Rusia a censurar determinados medios que eran contrarios a Putin y el poder establecido era enaltecido por los medios de comunicación oficialistas, encarcelaron a disidentes, anularon a la oposición política, hicieron reformas legales para poder hacer vitalicio el “reinado” de Putin, cerraron medios de comunicación incómodos… Y entonces el mundo no le dio su importancia a nada de esto, o no se le dio la suficiente importancia, hasta que un día a este señor ruso no se le ocurrió otra mejor cosa que invadir a su vecina Ucrania y poner a prueba al mundo entero con una crisis económica, una sociedad de alianzas militares y geoestratégicas sin precedentes… O imaginen como el aparato propagandístico de la Alemania nazi de Hitler creaba opinión pública a favor para justificar las atrocidades que se acabarían cometiendo. Y otros tantos ejemplos más, algunos muy cercanos en tiempo y geografía.

Y todo este espectáculo ha llegado al terreno de las redes sociales, donde igual se visibiliza solo la información que a algunos les interesa que se esparcen noticias falsas o bulos, datos inventados o no contrastados, argumentos defendibles e indefendibles, dimes y diretes con acusaciones cruzadas… que siguen posicionando radicalizados a los ciudadanos a un lado u otro de esa trinchera que se forma, no permitiendo posiciones intermedias ni objeciones, salvo que quiera ser acusado de traidor.

Yo sé que pensar por uno mismo, tener un razonamiento crítico, nuestra propia opinión o criterio, cuesta a veces y da muchos dolores de cabeza, y puede llevar a sufrir. Pero todavía puede ser más doloroso dejarnos llevar (convencer) por aquellos medios de comunicación que nos engañan intencionadamente para que puedan cumplir con sus objetivos, campando a sus anchas. Merece la pena el esfuerzo.

Gracias por leerme.

Saludos.

Joaquín Fco. Rives.

(PD: puede leer “El control de los medios de comunicación”, de Noam Chomsky, en el siguiente enlace: https://cronicon.net/paginas/Documentos/paq2/No.31.pdf).

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