El axioma latinajo acuñado por René Descartes Cogito ergo sum, traducido como “Pienso, luego existo”, le sirvió a este filósofo para asentar las bases de su pensamiento, y también de sus dudas, conocido como racionalismo occidental.
A estas alturas, y más ahora que tenemos antas fuentes de información, salvo que seamos miopes mentales, podemos entender que, por mucho que sepamos, es mucho más lo que ignoramos que lo que conocemos. Además, es fácilmente constatable con solo abrir un buscador de internet y buscar información sobre cualquier materia, da igual que sea sobre la evolución de los homínidos, la formación del universo, química,….
De modo que por muchos conocimientos y saberes que uno albergue, nunca se aproximará a todo lo que se nos escapa.
A ello hay que añadir que el Conocimiento (en mayúsculas) entendido como proceso colectivo, evoluciona a un ritmo que, en ocasiones, requiere de una generación o más; o en otras, como en el caso de las nuevas tecnologías, que ese conocimiento colectivo avanza casi a diario con nuevos programas, redes sociales,… que se supone mejoran la calidad de vida de las personas.
Y, paralelamente a la adquisición de todo conocimiento, se acrecientan las dudas, como diría Johann Wolfgang Von Goethe; ya que surgen nuevos planteamientos e hipótesis para tratar de explicar esta o aquella otra conjetura.
De ahí que me detenga en otra frase, esta atribuida a Albert Einstein, que dice “Se es más feliz en la ignorancia que en el conocimiento”, como contrapunto al hecho de que, en ocasiones, el conocimiento nos ata a un sufrimiento, a realizar actos involuntarios o no deseados,…
Pero, ¿para qué nos sirve el conocimiento colectivo que poseemos si no actuamos conforme al mismo? Es decir, si no ponemos en valor ese conocimiento. Por ejemplo, sabemos que la contaminación humana provocada por determinados comportamientos afecta al medio ambiente y a los ecosistemas a corto, medio y largo plazo, provocando extinciones, migraciones y cambios evolutivos, e influyendo en el futuro de las especies, incluida la humana. ¿Y hacemos algo para evitarlo?
Yo, que “solo sé que no sé nada” (conocido dicho que se deriva de lo relatado por el filósofo griego Platón sobre Sócrates) tengo la impresión de que no somos realmente conscientes de la importancia de nuestros actos de cara al futuro de nuestros descendientes, que irá parejo al futuro del planeta, que es la casa que nos acoge.
Espero no haberles defraudado.
Gracias por leerme.
JF Rives.
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