Hace algún tiempo me propusieron un “proyecto colectivo” que se presentaba muy bien aliñado de palabras bonitas sobre futuras recompensas económicas, y que iba suponer escaso esfuerzo.
Cuando, antes de acabar de escuchar al señor proponente, que estaba acompañado de su corte de serviles aduladores, manifesté rotundo que no me interesaba y expuse educada y razonadamente varios de los motivos que me empujaban a tomar esa decisión, los otros se quedaron paralizados, incrédulos. Realmente estoy convencido de que, viendo el ofrecimiento, y la certeza que vendían de su “rentabilidad”, no entendían cómo yo o alguien se podía negar, “era una ocasión de oro” y “un tren que no volvería a pasar”, según ellos.
“Es un negocio claro”, me decían, negándose a creer mis explicaciones y diferentes puntos de vista que fui acompañando de más o menos acertadas conclusiones. Aquellas personas se marcharon, y lo único que al cabecilla, medio enfadado “porque no comulgaba con él” le entendí en su despedida fue: “este es un loco peligroso”.
Siento decirles que el tiempo me dio la razón, y aquel negocio devino en “ruinoso”, y con resultados nefastos para sus emprendedores.
No hace mucho tiempo, en una situación cotidiana, como ir a hacer la compra, me encontré a uno de aquellos señores y, tras saludarnos, me recordó aquella escena, mi posición y me contó el verdadero alcance del negocio en cuestión, que aun fue peor de lo que yo había estimado en un principio y escuchado sobre el asunto.
Entre otras cosas, les habían embaucado para poner sus bienes y su tiempo al servicio del negocio, y en espera de un resultado prometedor. Pero la realidad, en resumen, fue que unos cuantos pusieron unos bienes para avalar el negocio y sus ahorros, e incluso sacaron préstamos para hacer sus aportaciones, y luego el cabeza pensante del negocio se esfumó, desapareciendo con todo aquello que pudo llevarse. ¡¡¡Y el loco peligroso era yo!!!
Mi padre decía que “no hay quien regale duros, ni los dé a cuatro pesetas”, entre otros.
A mí la vida me ha enseñado a tomar las decisiones en frío y, en caso de duda, mi primera respuesta que nunca sea afirmativa. Como mucho un “lo estudio y ya te digo” o “si no te digo nada, ya sabes que es que no”. Y me ha funcionado bien, no sólo en este “negocio”.
Continuando con el tema, pero en otro orden de cosas, a todos los que no comulgan como la mayoría, al que piensa o siente diferente, al que disiente, al que realiza una crítica constructiva, al que no se deja llevar por las masas,… en ocasiones también son tratados como “locos peligrosos”, y quizá los apartamos de nuestros círculos sociales, de nuestras vidas. Utilizamos la máxima “si no piensa como yo, no me interesa relacionarme con él”, muy al estilo de “o está conmigo, o estás en contra mía”, “o eres amigo para todo, o enemigo acérrimo”; lo cual no deja de tener un sesgo egocéntrico y mediocre más propio de otras épocas. Lo cual también hace que las personas, con tal de pertenecer y seguir “en el grupo”, sea el que sea, sea capaz todo, incluso anularse como persona a costa de su autoestima personal.
¿Acaso nunca le dijeron que estaban locos a inventores, científicos, descubridores,… y luego acabaron teniendo la razón, a pesar de haber pagado muy cara su osadía de apartarse de lo aceptado y establecido como cierto y verdad? Piensen en algunos ejemplos: Darwin, Cristóbal Colón, Isaac Newton, Albert Einstein, Fleming, Graham Bell,…
¿Acaso no les interesa a las grandes multinacionales, a los poderosos grupos de comunicación, a los políticos,… que seamos como borregos, y no que pensemos libremente como “locos peligrosos”?
De modo que quizá debamos reconocer que estos “locos peligrosos” tenían razón y que gracias a ellos hemos alcanzado unos avances, unos conocimientos y unas cuotas de bienestar impensables.
Y quizá si fuéramos un poco más “locos peligrosos” los “interesados” en que no pensemos no nos tomarían por tontos, no nos privarían de nuestros derechos y libertades, ni nos justificarían las mil y una atrocidades con argumentos del estilo “es por tu bien”, “es para evitar males mayores” o “lo hicimos porque no quedaba más remedio”,…
Muchas gracias por leerme.
Espero que pasen un buen día, felices vacaciones y una excelente vida.
JF Rives.
(Nota: pueden leer más artículos míos en mi Blog lectores del Diario Información Digital: http://www.diarioinformacion.com/blogs/la-habitacion-de-los-recuerdos_1/; y saber sobre mí en este blog La habitación de los recuerdos: www.lahabitaciondelosrecuerdos.com).